Su víctima, en cambio, era un ser humano amado por toda su familia, independiente, humilde y en su vida cotidiana ayudaba mucho a los niños. “Si necesitaban un balón o un uniforme se los conseguía. Igual de cariñoso era con los animales. Era muy especial y entregado al servicio”.
Si necesitaban un balón o un uniforme se los conseguía. Igual de cariñoso era con los animales. Era muy especial y entregado al servicio.
Recientemente, venía presentando problemas de salud y, por eso, tenía que usar pañal. Por eso solía ir a la tienda del barrio Villas, en la localidad de Suba, en la calle 56 B # 128 B BIS, a abastecerse del producto. “En ese mandando un joven de 22 años prácticamente le tiró la moto encima, pasando por alto la señal de pare, y pues mi tío solo le dijo: ¡hombre tenga cuidado!”, le dijo Diego, su sobrino, a EL TIEMPO.
El hombre de 22 años, sin pensarlo, se bajó de la moto, le mandó una patada y Rafael tuvo que botar todo lo que llevaba en las manos. “Asustado se refugió en una panadería que tenía al frente. Hasta allá lo persiguió el criminal y lo tiró a suelo. Lo dejó completamente inconsciente. El golpe fue tan fuerte en su cabeza que lo mató”, narró su sobrino.
(Además: El drama del joven de 16 años que por no dejarse quitar su celular fue apuñalado)

Ernesto Villegas Pérez era muy alegre en las reuniones familiares.
La comunidad, aterrada, trató de atrapar al agresor, pues se quería escapar en su moto. Lo único que hizo fue bajarse de la misma para huir corriendo. “La moto se la llevan para un CAI y a mi tío lo recoge una ambulancia que lo lleva a la clínica Reina Sofía. Allá lo operan, pero, lastimosamente, la doctora indica que tiene muerte cerebral. Queda conectado artificialmente”.
Rafael Ernesto Villegas Pérez murió de un paro cardiorrespiratorio el miércoles 24 de mayo a las 7 de la mañana. Del presunto homicida se sabe que trabaja en un taller de carros y que no es la primera vez que tiene comportamientos agresivos.

Ernesto Villegas Pérez, en su barrio.
REDACCIÓN BOGOTÁ
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